A veces, cuando tienes un trabajo como el mío, donde haces lo que amas, te sientes en una posición bastante privilegiada. A veces cuesta tomar vacaciones o dejar de tomar trabajo porque, hacer que lo te gusta y vivir de eso, no es un lujo que se da cualquiera. Sin embargo, la vida es para vivirla, y yo he trabajado duro para que mi trabajo sea este, no para que me consuma. He descubierto que trabajar dos meses y descansar uno tal vez sea la manera de hacer las cosas. La idea no es trabajar tanto hasta odiar lo que hago, porque en ocasiones, cuando estoy hasta arriba, es así como me siento. Porque no es sólo el trabajar, es el procrastinar y es el estrés. El estrés de muchas otras cosas.
Esta madrugada me desperté con una ansiedad tan severa que pensé que me iba a dar un infarto, me tomó dos horas calmarme y volverme a dormir. No sé de dónde ha venido, supongo de las ansias que tengo por terminar este último trabajo pendiente antes de tomarme marzo para mí (que es justo el mes de mi cumpleaños). No soy el tipo de persona que puede trabajar de lunes a viernes y tomarse los fines de semana, a mí me gusta tenerlo todo o nada; trabajar así sea un poco todos los días, o no hacer absolutamente nada (con la consciencia limpia).
En fin, sigo leyendo, estoy a nada de terminar el libro y no tengo los otros dos, y tampoco los consigo. Desgracia.
XO
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